Rompiendo el Ciclo de la Desigualdad
La Desigualdad No Mide Pobreza
El
Centro de Información Censal (CIC) de la Universidad de Puerto Rico en Cayey (metro.pr,
2018) anunció que la desigualdad económica en Puerto Rico, ha ido aumentando
desde el 2013 hasta el reciente 2017; posicionando a Puerto Rico como el tercer
país más desigual, entre 101 países. Afirma que, si todos los países publicaran
sus índices de desigualdad, Puerto Rico tal vez no continúe siendo el tercer país
más desigual del mundo, pero continuaría estando entre los primeros 10 países,
lo cual es igual de perturbador.
El director del CIC, José Caraballo Cueto (2018) ha expresado – en el periódico El Nuevo Día
– que una desigualdad alta no solo es un mal, sino un medio. Ya que a través de
ella aumenta el crimen y baja el crecimiento económico. Por ende, es
conveniente para toda la población un desarrollo inclusivo que promueva las
oportunidades. Al contrario de promover una sociedad donde una mayoría queda
marginada y los pocos beneficiados enfrentan (infructuosamente) fuertemente la
inseguridad que trae una sociedad quebrantada. Además, (metro.pr, 2018) indica que las medidas que marcan de
manera negativa, a las familias, se consideran regresivas y tienden a aumentar
la desigualdad. Por lo tanto, en economía sugieren que para reducir la
desigualdad se tomen medidas impositivas progresivas, que impacte mayormente a
las familias más adineradas, y proveer más oportunidades a las familias en
desventaja.
Rodríguez Camejo
(2015), indica que la suficiencia de las oportunidades sociales en las personas
(entre ellas el acceso a la educación, la atención sanitaria, y otras) aumenta
sus capacidades y les permite un mejor desarrollo personal y social. En el caso
de la mejora de educación, si dirigimos el enfoque social a una práctica de
equidad educativa, no solo aumentaría la calidad de vida de las personas, sino
que ampliaría su capacidad para librarse de la pobreza, a través de la obtención
de un mejor trabajo. Además, una educación de excelencia para todas las
personas, mejoraría los aspectos de la malnutrición, el VIH/SIDA o la
mortalidad infantil y reducción en la pobreza; debido a que facilitaría la inserción
en el mundo laboral remunerado, aumentando la posibilidad en que las crías de
esas personas puedan tener acceso a educación; de esta manera, no solo disminuiría
la brecha educativa, también la brecha salarial.
En la actualidad, el factor económico es
importante, pues permite el acceso a una educación de calidad, pues en muchos
países la educación no es gratuita. Agnès Van Zanten (2018), investigadora
francesa del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), abunda
sobre este tema, basándose en un análisis que realizó sobre la desigualdad
educativa en Francia, en los espacios educativos locales. Van Zanten, expresa
que la desigualdad y segregación educativa en Francia se debe la falta de atención
a las necesidades específicas de cada estudiante; tanto el estudiantado que
tiene dificultad para aprender, como el estudiantado cuyas capacidades
sobrepasan el nivel educativo en el que se encuentran. Por ende, los padres,
madres u encargado(a) que se encuentra en una posición económica favorable,
optan por cambiar a sus hijos a un colegio privado, donde entienden que recibirán
una mejor atención y educación, de acuerdo a la necesidad de su hijo/ hija.
Mientras, que los estudiantes provenientes de un hogar pobre, no tienen acceso
a esa movilidad, sino que se tienen que quedar en el sector escolar público que
les corresponde, a pesar de que este no sea de su entero beneficio. Por
consiguiente, Rodríguez Camejo (2015) afirma que
“la desigualdad económica lleva a la desigualdad social, lo que conlleva a una trasmisión generacional de idénticas situaciones perpetuadas en el tiempo. No se tiene o se tiene educación de baja calidad porque se es pobre. Ser pobre impide el acceso a una educación de calidad y esto conlleva a la dificultad de obtener empleo calificado que se traduzca en mejores ingresos”.
Rodríguez Camejo (2015),
asegura que la desigualdad económica se puede combatir con una educación competitiva,
ya que el conocimiento generara el balance, abriendo paso a empleo e ingreso económico,
lo que evitara a largo plazo que se continúe repitiendo la situación de
desigualdad y pobreza que vivieron sus antecesores. A la vez, será de beneficio
para la sociedad, pues se convertirá en una competitiva y productiva. Otro enfoque al
que debemos prestar atención para reducir la desigualdad social, lo es el
fomento de la autonomía de las mujeres. En particular su autonomía económica.
Para ello, es imprescindible que se deconstruyan los roles de género que se han
construido socialmente; ya que la alta carga que tiene el rol que le han
otorgado a la mujer, impide que esta pueda tener una autonomía económica;
comenzando por el trabajo doméstico no remunerado, que hace que dispongan de
menos tiempo para su uso personal. Atentando así contra las posibilidades de
esta para capacitarse y desarrollarse en el mercado laboral (Noticias Amagi,
2017). Debemos abrir espacio para una toma de conciencia
colectiva, respecto a las necesidades de adoptar políticas sensibles a las
necesidades de las personas a lo largo de su ciclo de vida (desde que nacen
hasta que mueren), sin distinción de edad, genero, raza, sexo, color de piel,
estatus económico, entre otros factores.
“Es preciso reconocer y atender las necesidades y los riesgos específicos de cada etapa del ciclo de vida, y también articular las políticas orientadas a esas distintas etapas” (Noticias Amagi, 2017).
Si queremos alcanzar la equidad, no debemos
construirla en bases desiguales, porque continuara siendo un ciclo que no
acaba. Es imprescindible que todas las personas puedan disfrutar de iguales
oportunidades, aunque se encuentren en distintas condiciones. Lograr que las
oportunidades de progreso, sean tan accesibles, que no importe en gran medida
si eres rico o pobre. Habiendo dicho esto, quiero aclarar que estoy en
desacuerdo con el planteamiento mencionado: “…en
economía sugieren que para reducir la desigualdad se tomen medidas impositivas
progresivas, que impacte mayormente a las familias más adineradas, y proveer más
oportunidades a las familias en desventaja”; ya que como exprese, no podemos
pretender alcanzar una equidad por medio de una propuesta que continúa
apuntando hacia un trato desigual. Querer generar beneficios a una familia
pobre, a través de medidas impositivas a una familia adinerada, continúa
proyectando un trato desigual. Por ende, se debe trabajar hacia cambios que
puedan mejorar el desarrollo de bienestar humano a través de cambios en una
reformas: educativa, salud y sanitaria, entre otras; para lograr un avance que
promueva valores éticos, para alcanzar la disminución de la desigualdad.
Referencias
https://www.elnuevodia.com/opinion/columnas/ladesigualdadeconomicaislena-columna-2452513/
https://noticiasamagi.com/la-reduccion-las-desigualdades-desafio-clave-desarrollo-sostenible/
https://noticiasamagi.com/la-reduccion-las-desigualdades-desafio-clave-desarrollo-sostenible/
Rodríguez Camejo, R. (2015). La educación:
elemento clave en la reducción de la pobreza y la desigualdad. http://www.unescoetxea.org/dokumentuak/CursoODS2015_18_educacionreduccionpobreza.pdf
Considero importante el tema de la desigualdad social y más desde el contexto puertorriqueño. Nuestra realidad social e histórica sienta sus raíces en la desigualdad, pues desde nuestro contexto colonial hemos podido saborear el trago amargo de la desigualdad social. Actualmente continuamos viendo y sintiendo los estragos de vivir sometidos a un régimen colonial que suprime los derechos y nuestras posibilidades de desarrollo económicas, políticas, sociales y culturales. Nuestro pueblo ha sido el más afectado y el que ha tenido que pagar los platos rotos de la desigualdad social. Esto nos remonta a la idea de ver nuestras condiciones de opresión no como una elección sino como la imposición a sistema neoliberal que atenta con la vida y bienestar de millones de personas
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