Una mirada a las contradicciones urbanas y la violencia de género.
(recuperado de google)
El
constante movimiento, típico de los espacios urbanos puede hacer parecer que
todo fluye desde un orden. Las interacciones simultaneas que se dan en las
ciudades y el ajetreo poblacional ocultan muchas de las maniobras que hacen
algunas personas para sobrevivir entre el concreto. Mientras algunas se dirigen
en sus automóviles, otras tratan de cruzar una carretera de seis carriles sin
ser atropelladas. Por mencionar otro ejemplo, los cientos de edificios en
desuso se van deteriorando hasta la inutilidad cuando podrían ser el techo de
muchas personas que carecen de un hogar. Además, las ciudades reflejan la
diversidad poblacional de la comunidad y en ellos se practica la convivencia.
En algunos espacios esa convivencia puede traducirse en hostilidad y violencia
de género. Y es que son las contradicciones lo que nutre la composición y
dinámica urbana. La dialéctica espacial trae consigo múltiples manifestaciones
de violencia y desigualdad. Por ejemplo, “las ciudades se han construido
ignorando las experiencias y las necesidades específicas de las mujeres, ya que
hasta hoy la práctica de la planificación, su enseñanza y su profesionalización
han ido mayoritariamente dominadas por el colectivo masculino, que ha tenido
una visión del espacio urbano homogéneo y universal centrado en sus intereses y
sus preocupaciones” (Anna, 2007).
Específicamente, la inequidad y violencia
de género se agudizan en las ciudades. Los espacios urbanos se crean por un
conjunto de disciplinas que han sido dominadas por los hombres y la
masculinidad hegemónica. Quiere decir que se construye el espacio público desde
una visión patriarcal y machista que no toma en cuenta la vida ni cotidianidad
de las mujeres. En otras palabras, “los espacios públicos de las ciudades son
percibidos por la mayoría de las mujeres como amenazadores y atemorizantes” (Toro
& Ochoa, 2017). Ese miedo de transitar por la ciudad no es producto
individual de cada mujer, sino más bien es interiorizado y “reforzado por la
cultura y sus principales instituciones” (Toro & Ochoa, 2017). La
inseguridad es una estrategia de control sobre las mujeres, su cotidianidad y
su desplazamiento en el espacio urbano. Además, el miedo como mecanismo de
control limita la libertad y los derechos de las mujeres. Se impide que se integren
de forma segura a lugares de ocio, transporte colectivo, tránsito peatonal,
actividades culturales, espacio laboral y vivienda digna.
En el caso de San Juan como capital y
ciudad de Puerto Rico, se refleja la desigualdad y hostilidad del espacio
urbano, especialmente sobre las mujeres. A través de los datos ofrecidos por la
encuesta de la comunidad de 2013-2017 se puntualiza la inequidad que viven las
mujeres en el municipio. Para el 2017 la población total de San Juan era de
355,181 habitantes. Entre estos 162,661 eran hombres y 192,520 eran mujeres,
siendo estas la mayor parte de la población. Sin embargo, las estadísticas de
pobreza confirman el planteamiento de que las mujeres son más marginadas y
vulnerabilizadas en los espacios urbanos. Por ejemplo, con un total de 145,321
hogares en San Juan las familias lideradas solo por mujeres son un 35,618,
mientras que el 8,427 son lideradas solo por hombres.
La población en los índices de pobreza en
San Juan se estima que es de 350,469 y las mujeres son la mayoría con un total
de 189,939. Mientras que los hombres son un total de 160,530 en niveles de
pobreza. En cuestiones de empleo de igual forma existe la desigualdad de
género. Por ejemplo, hay un total de 128,087 personas con empleo en el
municipio de San Juan. De estas las mujeres forman el 63,084 de la fuerza
laboral y los hombres son un total de 65,003. Quiere decir que las mujeres están
más propensas a estar desempleadas en San Juan y a quedarse sin un sueldo para
su sustento económico. Por otro lado, la encuesta de la comunidad no toma en consideración
el trabajo doméstico ni la doble jornada a la que muchas mujeres son sometidas social
y culturalmente. Otro dato que demuestra cómo se dan las contradicciones y la inequidad de género en el espacio urbano son
las estadísticas por logro educativo. Se espera que mientras más preparada académicamente
este una persona sean más las posibilidades de tener un empleo y un mayor ingreso
económico. Sin embargo, en San Juan sucede lo contrario para las mujeres de 25
años o más. Quienes son la mayor parte de la población con bachillerato en la
ciudad, siendo un total de 19,710 mujeres con grado académico universitario. Mientras
que los hombres son un total de 15,830 con grado académico universitario. Según,
estos datos las mujeres en la ciudad tienen mejor preparación académica y
alcanzan grados universitarios mayores que los hombres, pero esto no les
garantiza un empleo. Todos estos datos demuestran como los espacios urbanos son
lugares que marginalizan y excluyen a las poblaciones vulnerables. Especialmente,
San Juan que entre tantas contradicciones se violenta contra las mujeres y sus
derechos tanto humanos como culturales.
Finalmente, si se espera que se construya
una ciudad capital sostenible e inclusiva se debe integrar una visión feminista
de los espacios urbanos. Para lograr que los “asentamientos humanos sean inclusivos,
seguros, resilientes y sostenibles” tal y como lo establece el objetivo 11 de
desarrollo sostenible, se tiene que partir en la erradicación de la violencia
machista. La planificación urbana y el trabajo social en la creación de
ciudades son vitales, pero deben partir de una base crítica que sea capaz de
analizar la dialéctica manifestada en los espacios. Ejercer la participación como
practica esencial en el desarrollo de ciudades debe incluir las voces de las
mujeres y de las poblaciones vulnerabilizadas. Sin esto solo se estará
reproduciendo la cultura dominante y patriarcal que solo le beneficia al
privilegio de unos pocos.
Referencias
Anna, O. G. (2007). Hacia una ciudad no
sexista. Territorios, (16-17) Retrieved from https://search.proquest.com/docview/1965255651?accountid=44825
Toro Jiménez, J., & Ochoa Sierra, M.
(2017). Violencia de género y ciudad: cartografías feministas del temor y el
miedo. Retrieved
from http://www.scielo.org.co/pdf/soec/n32/1657-6357-soec-32-00065.pdf
U.S.
Census Bureau, 2013-2017 American Community Survey 5-Year Estimate
https://factfinder.census.gov/faces/tableservices/jsf/pages/productview.xhtml?src=CF
Nosotras las mujeres caminamos por las calles con mucho temor por nuestra seguridad. Es de saberse que la seguridad de las mujeres en la ciudad puede agravarse en escenarios nocturnos o en escenarios donde hay mucha gente porque talvez de encontrarnos con alguna situación, puede pasar desaperciba. Mujeres, es importante no quedarnos calladas ante ninguna situación que nos haga sentir incómodas y educar a las demás personas que no estamos de acuerdo con ciertas expresiones.
ReplyDeleteMientras leía este artículo no paraba de pensar en un mundo en el que la educación desde la perspectiva de género es una prioridad. En este mundo los espacios urbanos son adecuados para cualquier persona, independientemente de su edad, género y estatus social y/o económico. Toda persona tiene derecho a vivir en un lugar en el cual le permita estar seguro, y desarrollarse plenamente. Sin embargo, en base la realidad en la que vivimos, nuestra sociedad posee diferentes poblaciones que tienen un nivel de marginalidad. Las mujeres, por ejemplo, son muy propensas y vulnerabilizadas a afectarse a través de los espacios urbanos y/o los efectos de una mala planificación que evita fomentar y optimizar la densidad, la conectividad y la diversidad.
ReplyDelete